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La Noche Misteriosa
El clima volvía a su eterna sinfonía de mareas atmosféricas y de colores naranjas, rojos y fucsias, esfera de contexto, tramas de relatos de viajeros, bitácoras de viajes, días sin resolver, revueltos de sales y fríos en la espera, mirada del cielo estática, murmullos de civilización, márgenes azulados de muralla transparente, barrios calmados en la ausencia del Estado.
Un silencio finito en la geografía quebrada agudizaba los sentidos en espera de la máquina. La gente desde sus cúpulas diseñadas tocaba el anochecer despertando de una siesta. La noche resplandecía. Frágiles personas y sujetos varios, aún después de las diez, les llego un rumor, desde la gran avenida, la plaza central. Fuera los ventanales, los rascacielos silentes, dentro del sextante del invierno que revolvía. La fulgente noche por doquier, la de siempre, la inmaterial, la interminable, acogía música relajante, un sita ram coloreaba la tenue neblina, en los jardines y paseos una conjunción de actores sociales, una fogata contaba un relato de otro tiempo, desde las moléculas sociales brotaban del diálogo, emanaba en olores de encanto, sumado a los sabores de la paciencia, las mentes evocando, pensamientos de una estadía. Figuras que trazaban un destino o una permanencia, las luces de neón, manto bello, bullicios callados, inertes columnas en desuso. Otra vez alguien invadió las calles de barro y asfalto, mientras la danza de soles frotaban en la oscuridad, mientras un reloj marcaba ese transcurrir, un pájaro soplaba el horizonte.
Hileras de especies exóticas daban vida al paseo de cantos, de tanto en tanto anunciaba una voz la llegada, unos se preguntaba dentro de cuando tocarían la canción de moda, descansando, viviendo los momentos de ese mundo extranjero, haciendo los preparativos del caso, distintas formas para volver a ver al tren , al destilarse las horas una vela retorció el horizonte a su velocidad indescifrable, llegando justo a tiempo para devolver las situaciones a un orden y que la vida continuara en la espacio abismal y absurdo de la existencia.
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Una red de signos, vueltas serpenteantes del rio hacia la planicie, flotando sobre las estructuras coloidales rumbo a sus cúbicas casas en la periferia. Preferían los
espacios aislados, la jerarquía ocupaba las zonas más altas del valle, en los cubos brillaban las ventanas al compás de las generosas risas de la trivisión. Esa noche pasaban un documental sobre la ocupación fuera del anillo, esas islas no habitadas donde vivían los salvajes, un ejemplo para la cohesión del todo social, mundo natural vs mundo artificial.